quinta-feira, 3 de outubro de 2019

Como essa questão que, sem fundamento nenhum na lei, usa a mídia para converter-se cada vez mais rapidamente no título prescritivo de uma ''recomendação de caráter real e urgente'' é reciclada diariamente com ''ares de triunfo'' tão alienados da realidade?



https://redaprenderycambiar.com.ar/derrida/textos/como_no_hablar.htm

Para assim concluir que é um equívoco julgar os atos de fala de nossos semelhantes baseados em acordos tácitos à uma sintaxe que só é dominante entre os postulantes da abordagem inquisitorial e leiga da exegese pública. Convenhamos,  a questão é mais bem mais que ''controversa'', e ameaça todos os pressupostos de legitimidade da pretensão inquisitorial. Como dizer? Como falar? entre as duas interpretações do ''como dizer?'', o sentido da inquietude com o objeto do questionamento torna-se flagrante: ''Como calar-se?'', indagarão também (how to avoid speaking at all?)? Como se passa a pretensão aberrante de julgar ''com base nisso'', de que forma, por outra parte (inteiramente necessária à pretensão ilegítima) essa questão que, sem fundamento nenhum na lei, usa a mídia para converter-se cada vez mais rapidamente no título prescritivo de uma ''recomendação de caráter real e urgente'' é reciclada diariamente com ''ares de triunfo'' tão alienados da realidade? 

KM

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Pues -y éste fue muchas veces el segundo tiempo de mis respuestas improvisadas- la apelación general «teología negativa» recubre quizás confusiones y da lugar a veces a interpretaciones sumarias. Quizás se da ahí, escondida, inquieta, diversa, heterogénea en sí misma, una multiplicidad de posibles para los que la expresión única «teología negativa», demasiado tosca y vaga, resultaría todavía inadecuada. Para entrar seriamente en este debate, he respondido a menudo, habría que clarificar esa denominación estudiando corpus, escenas, recorridos y lenguas muy desemejantes. Como siempre me han fascinado los movimientos llamados de teología negativa, los cuales sin duda no son nunca ajenos a la experiencia de la fascinación en general, por más que recusase la asimilación de un pensamiento de la huella o de la différance a alguna especie de teología negativa, mi respuesta equivalía a una promesa: un día habrá que dejar de aplazar, un día habrá que intentar explicarse directamente a este respecto y hablar por fin de la «teología negativa» misma, suponiendo que algo así exista.

¿Ha llegado ese día?

Dicho de otro modo: ¿cómo no hablar de la teología negativa (how to avoid speaking on negative theology)? Pero ¿cómo decidir sobre esa cuestión, y entre estos dos sentidos? 1. ¿Cómo evitar hablar de eso en adelante? Parece imposible.

¿Cómo podría callarme sobre este tema? 2. ¿Cómo, si se habla de eso, evitar hablar de eso? ¿Cómo no hablar? ¿Cómo hay que no hablar de eso? ¿Cómo evitar hablar de eso a tontas y a locas? ¿Qué precauciones tomar para evitar las faltas, las afirmaciones inadecuadas o simplistas?

Vuelvo a mi primera frase. Sabía, pues, lo que debería hacer. Había prometido implícitamente hablar un día, directamente, de la teología negativa. Antes incluso de hablar me sabía comprometido a hacerlo. Tal situación da lugar a dos interpretaciones posibles al menos. 1) Hay necesariamente compromiso o promesa antes incluso de la palabra, en todo caso antes de un acontecimiento discursivo como tal. Ésta supone el espacio abierto de la promesa. 2) Este compromiso, esta palabra dada, pertenece ya al tiempo de la palabra por la que, como se dice en francés, cumplo la palabra. De hecho, en el momento de prometer hablar un día de teología negativa ya he empezado a hacerlo. Pero esto no es más que el índice confuso de una estructura que quisiera analizar más tarde.

Habiéndolo prometido ya, como a pesar mío, no sabía cómo podría mantener esa promesa. ¿Cómo hablar convenientemente de la teología negativa? ¿Hay alguna?, ¿una sólo?, ¿un modelo regulador para los otros? ¿Cabe ajustar a ella un discurso? ¿Hay un discurso a su medida? ¿No se está obligado a hablar de la teología negativa según los modos de la teología negativa, de manera a la vez impotente, agotadora e inagotable? ¿Hay jamás otra cosa que una «teología negativa» de la «teología negativa»?
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Hablaré, pues, de una promesa, pero también en la promesa. La experiencia de la teología negativa depende quizás de una promesa, la del otro, que debo mantener porque me compromete a hablar allí donde la negatividad debería llevar el discurso a su absoluta rarefacción. ¿Por qué, efectivamente, debería yo hablar con vistas a explicar, enseñar, llevar, por las vías de una psicagogia o una pedagogía, hacia el silencio, la unión con lo inefable, la visión muda? ¿Por qué no puedo evitar hablar, sino porque una promesa me ha implicado antes incluso de que comience a mantener el más mínimo discurso? Si, en consecuencia, hablo de la promesa, no podría tomar respecto a ella ninguna distancia metalingüística. El discurso sobre la promesa es por adelantado una promesa: en la promesa. No hablaré, pues, de tal o cual promesa sino de aquella que, tan necesaria como imposible, nos inscribe con su huella en el lenguaje, antes del lenguaje. Desde el momento que abro la boca, ya he prometido, o más bien, ya antes, la promesa ha atrapado al yo que promete hablar al otro, decir algo, afirmar o confirmar mediante la palabra, al menos esto, en último extremo: que habría que callarse, y callar lo que no se puede decir. Se podía saber de antemano. Esta promesa es más vieja que yo. He aquí algo que parece imposible, dirían algunos teóricos de los speech acts: como todo realizativo auténtico, una promesa debe hacerse en presente, en la primera persona (del singular o del plural) por quien debe poder decir yo o nosotros, aquí ahora, «el lugar donde me encuentro ahora» Y donde puedo ser considerado resposable de este speech act.
Así pues, lo sabía: no podría evitar hablar de ello. Pero ¿cómo y bajo qué título lo haré? Un día recibí un mensaje telefónico en Yale: [vi] tenía que dar un título con toda urgencia. He tenido que improvisar en dos minutos, cosa que he hecho primero en mi lengua: «¿Cómo no decir...?». El uso de la palabra decir permite un cierto suspenso. «¿Cómo no decir...?» puede decir: ¿cómo callarse?, ¿cómo no hablar en general?, ¿cómo no decir nada (how to avoid speaking)?; pero también cómo, al hablar, no decir esto o aquello, de tal o cual manera, a la vez transitiva y modalizada. Dicho de otra manera, ¿cómo al decir, al hablar, evitar tal o cual modo discursivo, lógico, retórico? ¿Cómo evitar tal forma injusta, errónea, aberrante, abusiva? ¿Cómo evitar tal predicado, incluso la predicación? Por ejemplo: ¿cómo evitar tal forma negativa o cómo no ser negativo? ¿Cómo decir finalmente algo? Lo cual equivale a la cuestión aparentemente inversa: ¿cómo decir?, ¿cómo hablar? Entre las dos interpretaciones del «¿cómo no decir?», el sentido de la inquietud parece así volverse: del «¿cómo callarse?» (how to avoid speaking at all?) se pasa, de forma, por otra parte, enteramente necesaria, y como desde el interior, a la cuestión que puede convertirse cada vez en el título prescriptivo de una recomendación: ¿cómo no hablar, ¿qué palabra evitar para hablar bien? How to avoid speaking? es, pues, a la vez o sucesivamente: ¿cómo hay que no hablar? ¿cómo hay que hablar? (he aquí) cómo hay que no hablar, etc. El «cómo» alberga siempre un «por qué» y el «hay que» tiene el doble valor de «should» o de «oughf» y de «must».
Así pues, he improvisado este título por teléfono. Al dejármelo dictar desde no sé qué orden inconsciente, en una situación de urgencia absoluta, he traducido también, pues, mi deseo de diferirlo de nuevo. Este comportamiento de huida se reproduce en la ocasión de cada conferencia: ¿cómo evitar hablar y comprometer su tema dando un título antes incluso de escribir su texto? Pero también, en la economía del mismo gesto: ¿cómo hablar, y hacerlo como se debe, como hay que hacerlo, para asumir la responsabilidad de una promesa? No sólo de esa promesa archioriginaria que nos instituye a priori en responsables de la palabra, sino de esta promesa: dar una conferencia sobre «ausencia y negatividad», sobre el no (how not to, ougth not, should not, must not, etc.), sobre el «cómo» y el «por qué» (del) no, el paso (ne pas, le pas), la negación y la denegación, etc., y en consecuencia comprometerse a dar un título por anticipado. Todo título tiene el valor de una promesa, un título dado por anticipado es la promesa de una promesa.

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