Acabamos de ver por qué este uso de la palabra geistlich no podía ser cristiano. Y por qué, a pesar de las apariencias, Trakl, o al menos el Gedicht de Trakl, no podía ser esencialmente cristiano. Heidegger introduce aquí unas comillas invisibles en el uso de la misma palabra. De este modo, ésta se encuentra dividida por una diferencia interior. En cuanto al adjetivo geistig que, sin embargo, como hemos visto, ha utilizado ampliamente sin comillas y tomado por su cuenta, continuamente, desde 1933, de pronto lo despide brutalmente, sin mediar ninguna explicación. De un modo que puede parecer una inconsecuencia flagrante, hace como si él no hubiera celebrado la Geistigkeit del Geistdurante veinte años. Esta palabra, en cuyo nombre, y con cierta arrogancia, había denunciado todas las formas de la «destitución del espíritu», ahora la inscribe en la forma vulgar y groseramente tipificada de la tradición metafísico-platónica, la misma que será responsable o sintomática de ese Verwesen del Geschlecht: la corrupción de la estirpe humana en su diferencia sexual. Ahora reconoce en esta palabra todo el platonismo. Pero más vale citar aquí el pasaje donde reaparece el vermeiden, el gesto de evitar que mencioné al comenzar. Resuena como un eco retardado de la misma palabra en Sein und Zeit, un cuarto de siglo antes. Pero un abismo amplifica de ahora en adelante su resonancia. Heidegger acaba de anotar que geistlich no tiene el sentido cristiano. Finge entonces preguntarse por qué Trakl ha dicho geistliche y no geistige Dämmerung o geistige Nacht. Veámoslo:
¿Por qué evita (vermeidet er) la palabra «geistig»? Porque lo «Geistige» significa lo opuesto a lo material (Stofflichen). Esta oposición representa (stellt... vor) la diferencia de dos ámbitos y nombra, con un lenguaje platónico-occidental, el abismo (Kluft) que separa lo suprasensible (noeton) de lo sensible (aistheton).
Lo espiritual así entendido (Das so verstandene Geistige) que se ha convertido entretanto en lo racional, lo intelectual y lo ideológico pertenece, junto con sus oposiciones, al modo de ver el mundo (Weltansicht) del «verwesenden Geschlecht», del Geschlecht en descomposición.
La degradación de lo espiritual en «racional», «intelectual», «ideológico», es precisamente lo que Heidegger condenaba en 1935. Desde este punto de vista, la continuidad de su discurso parece indiscutible. Pero, en 1935, hablaba en nombre de la Geistigkeit y no de la Geistlichkeit, sobre todo no de aquella Geistlichkeit (no cristiana). Hablaba en nombre de lo que acaba de definir como el origen platónico de la falsa interpretación y de la degradación del espíritu. Hablaba al menos literalmente, puesto que se servía continuamente de la palabra «geistig», aunque la distinción entre la letra y cualquier otra cosa (por ejemplo el espíritu), no tiene precisamente ninguna otra pertinencia aquí más que la platónico-cristiana.
Éstas son, por tanto, aproximaciones negativas a la esencia del espíritu. En su esencia más propia, tal y como el poeta y el pensador permiten interpretarla, el Geist no es ni la Geistliehkeit cristiana ni la Geistigkeit platónico-metafísica.
¿Qué es entonces? ¿Qué es el Geist? Para responder a esta pregunta de un modo afirmativo, moviéndose todavía a la escucha de Trakl, Heidegger invoca la llama.
Jacques Derridá
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