quinta-feira, 22 de agosto de 2019

Fragmento 5

DEL ESPÍRITU.
HEIDEGGER Y LA PREGUNTA.
JACQUES DERRIDA

Traducción de Manuel Arranz (modificada por Horacio Potel). Edición digital de Derrida en castellano.

4. Tenemos por fin, y sobre todo, todavía en continuidad esencial e interior con Sein und Zeit, la Entschlossenheit: la resolución, la determinación, la decisión que da su posibilidad de apertura a la Eigentlichkeit, la propiedad auténtica del Dasein.

Veamos ahora este párrafo capital de Heidegger, con estas cuatro determinaciones del espíritu:

Si queremos la esencia de la ciencia, en el sentido de ese firme mantenerse, cuestionando (fragenden) y al descubierto, en medio de la inseguridad de la totalidad del ente, entonces esta voluntad esencial instituye para nuestro pueblo un mundo suyo del más íntimo y extremo riesgo, es decir, su verdadero mundo espiritual (seine wahrhaft geistige Welt: geistige está subrayado). Pues «espíritu» [entre comillas, pero esta vez para recordar, en una definición todavía negativa, al espíritu del que hablan los otros], no es ni la sagacidad vacía, ni el juego de ingenio que a nada compromete [Spiel des Witzes: esta distinción entre el espíritu y el juego de palabras, entre Geist y Witz, recuerda al Kant de la Antropología, cuando observa que un rasgo del espíritu francés se manifestaba en que el idioma francés sólo cuenta con una palabra, la palabra «esprit» para designar Witz y Geist], ni el ejercicio sin fin del análisis intelectual, ni una razón universal [probable alusión a Hegel], sino que espíritu es el decidirse por la esencia del ser (ursprünglich gestimmte, wissende Entschlossenheit zum Wesen des Seins), con una resolución originariamente templada y consciente. Y el mundo espiritual (geistige Welt, subrayado) de un pueblo no es una superestructura cultural como tampoco un arsenal de conocimientos y valores utilizables, sino que es el poder que más profundamente conserva las fuerzas de su raza y de su tierra, y que, como tal, más íntimamente excita (Macht der innersten Erregung) y más ampliamente conmueve su existencia (Dasein). Sólo un mundo espiritual (Eine geistige Welt allein) garantiza al pueblo la grandeza; pues obliga a que la permanente decisión entre la voluntad de grandeza y el dejarse llevar a la decadencia (des Verfalls), sea la ley que rige la marcha que nuestro pueblo ha emprendido hacia su historia futura.[xxxiii]

J



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