DEL ESPÍRITU.HEIDEGGER Y LA PREGUNTA.
JACQUES DERRIDA
Traducción de Manuel Arranz (modificada por Horacio Potel). Edición digital de Derrida en castellano.
El tercer hilo reconduce a lo que sigue siendo para mí una vieja inquietud, una sospecha siempre persistente, concierna a Heidegger o a cualquier otro. Se trata del discurso sobre la animalidad y la axiomática, confesada o no, que la gobierna. Hace tiempo[xi] que vengo haciendo alusiones a este tema. Hace tres años, en el curso de aquel trabajo sobre Geschlecht, y en una conferencia que algunos de ustedes conocen,[xii]propuse un extenso análisis del discurso heideggeriano sobre la mano, en todos aquellos lugares en que aparece; bien se tratase, temáticamente, de un pasaje de Was heisst Denken? (el mono posee órganos de prensión, pero únicamente el hombre «posee» la mano ; o mejor aún: la mano - y no las manos- dispone de la esencia del hombre) bien se tratase, diez años antes, del seminario sobre Parménides que retoma la meditación en torno a pragma, praxis, pragmata. Estos términos se presentan como vorhandene o zuhandene, por tanto dentro del dominio de la mano (im Bereich der Hand).[xiii] Problema que concierne todavía a las relaciones entre el animal y la técnica. Esto ocurre particularmente a través de una oposición bastante problemática, me parece, entre dar y tomar. Organiza el pasaje de Was heisst Denken?; dicta las relaciones entre la prensión y la razón (vernehmen, Vernunft), las relaciones entre el habla y la mano, la esencia de la escritura como escritura manuscrita (Handschrift) ajena a cualquier mecanización técnica y a cualquier máquina de escribir. La interpretación de la mano, como la oposición entre el Dasein humano y el animal, domina de manera temática o no temática el discurso más ininterrumpido de Heidegger, desde la repetición de la pregunta por el sentido del ser, la destrucción de la onto-teología, y ante todo la analítica existenciaria que redistribuye los límites entre Dasein, Vorhandensein y Zuhandensein. En cuanto se trata de la mano y del animal, aunque estos temas no se pueden circunscribir, da la impresión de que el discurso de Heidegger se entrega a una retórica tanto más perentoria y autoritaria cuanto más trata de disimular su confusión. Deja intactos, al abrigo de la obscuridad, los axiomas del humanismo metafísico más profundo, y no exagero cuando digo más profundo.
Jacques Derrida
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