sábado, 24 de agosto de 2019

No se trata, evidentemente, del Genio Maligno de Descartes (en alemán, no obstante, böse Geist). La hipótesis hiperbólica del Genio Maligno, por el contrario, cede precisamente ante aquello mismo que representa el mal para Heidegger, lo que atormenta [hante] al espíritu en todas las formas de su destitución: la certidumbre del cogito en la posición del subjectum y por tanto la ausencia del preguntar originario, el metodologismo científico, el nivelamiento, el predominio de lo cuantitativo, de la extensión y del número, todos ellos motivos «cartesianos» en su forma típica. Todo esto, que se acomoda con la mentira y la destrucción, es el mal, lo extraño: extraño al espíritu en el espíritu. Cuando Heidegger nombra lo demoníaco,[lviii] precisa en un breve paréntesis: en el sentido de lo malvado y destructor (im Sinne des zerstörerisch Bösartigen). Esencia espiritual del mal. Ciertas fórmulas de Heidegger son aquí literalmente schellingianas.


Heidegger lo dice, la destitución es un movimiento propio del espíritu, procede de su interior. Pero es necesario que ese interior envuelva también la duplicidad espectral, un exterior inmanente o una exterioridad intestina, una especie de genio maligno que se introduce en el monólogo del espíritu para atormentarlo [hanter]. Suplanta su voz [le ventriloque], condenándolo así a una especie de desidentificación auto-persecutora. Heidegger nombra también, un poco más adelante en ese mismo pasaje, lo demoníaco. No se trata, evidentemente, del Genio Maligno de Descartes (en alemán, no obstante, böse Geist). La hipótesis hiperbólica del Genio Maligno, por el contrariocede precisamente ante aquello mismo que representa el mal para Heidegger, lo que atormenta [hante] al espíritu en todas las formas de su destitución: la certidumbre del cogito en la posición del subjectum y por tanto la ausencia del preguntar originario, el metodologismo científico, el nivelamiento, el predominio de lo cuantitativo, de la extensión y del número, todos ellos motivos «cartesianos» en su forma típica. Todo esto, que se acomoda con la mentira y la destrucción, es el mal, lo extraño: extraño al espíritu en el espíritu. Cuando Heidegger nombra lo demoníaco,[lviii] precisa en un breve paréntesis: en el sentido de lo malvado y destructor (im Sinne des zerstörerisch Bösartigen). Esencia espiritual del mal. Ciertas fórmulas de Heidegger son aquí literalmente schellingianas. Volveremos a encontrarlas en el texto sobre Trakl que está centrado en un pensamiento del mal como tormento del espíritu. La «noche espiritual», o el «crepúsculo espiritual» (geistliche) (expresiones de Trakl que Heidegger intentará sustraer tanto a la metafísica de la Geistigkeit como al valor cristiano de Geistlichkeit -palabra que, de este modo, va a encontrarse ella misma desdoblada) no son ajenas, en absoluto, a aquello que se dijo, veinte años antes, del ensombrecimiento del mundo y del espíritu. Del mismo modo, la Entmachtung del espíritu no es ajena, en la Introducción..., a la corrupción del hombre, o mejor dicho, a la «verwesende Geschlecht», el O des Menschen verweste Gestalt de Trakl, tal y como Heidegger lo interpretará en Unterwegs zur SpracheVolveremos sobre esto.

La destitución del espíritu es así una destitución de sí, una dimisión. Pero es necesario que el otro del espíritu, que no obstante es el mismo, le afecte y lo divida. Esto Heidegger no lo dice, al menos de esta forma, a pesar de que debe, en mi opinión, implicar la aparición [revenance] de este doble cuando habla de lo demoníaco.

Jacques Derridá

15 comentários:

  1. Cuando el mundo espiritual dimite ante el instrumento, se convierte en cultura o civilización (Kultur). Para explicarlo, Heidegger cita su conferencia inaugural de 1929 (¿Qué es metafísica?). Pone como ejemplo el pasaje que distingue entre la mala unidad de la universidad, la unidad técnica o administrativa, que no tiene de unidad más que el nombre, y la unidad realmente espiritual. Sólo esta última es una verdadera unidad, pues lo propio del espíritu es precisamente unir. Circunscribiéndose a lo que le falta a la universidad,

    Heidegger da del espíritu una definición que, creo, será inamovible en su obra: «eine ursprünglich einigende, verpflichtende geistige Macht», una potencia espiritual que originariamente une y compromete, asigna y obliga.

    ResponderExcluir
  2. El espíritu [entre comillas en el Discurso] no es ni la sagacidad vacía, ni el juego de ingenio que a nada compromete, ni el ejercicio sin fin del análisis intelectual, ni una razón universal, sino que espíritu [aquí las comillas ya habían desaparecido en el Discurso] es el decidirse [o la apertura determinada: Entschlossenheit], originariamente templado y consciente, por la esencia del ser

    ResponderExcluir
  3. ¿Cómo despertar al espíritu? ¿cómo conducirlo de la dimisión a la responsabilidad? haciéndolo volver al cuidado de la pregunta por el ser y, al mismo tiempo, a hacerse cargo del envío (Sendung), de una misión, la misión histórica de nuestro pueblo, en cuanto que se halla en el centro de Occidente:





    El espíritu es la autorización concedida a los poderes del ente como tal y en totalidad (die Ermächtigung der Mächte des Seienden als solchen im Ganzen). Cuando domina (herrscht) el espíritu, el ente como tal siempre y en todos los casos es más ente (seiender). Por eso, el preguntar por el ente como tal y en su totalidad, el preguntar de la pregunta ontológica, constituye una de las condiciones esenciales y fundamentales para el despertar del espíritu (Erweckung des Geistes), y con ello del mundo originario de un ser-ahí historial, así como para refrenar el riesgo de ensombrecimiento del mundo, y hacerse cargo de la misión histórica (geschichtliche Sendung) de nuestro pueblo, en cuanto que se halla en el centro de Occidente.

    ResponderExcluir
  4. El despertar del espíritu, la reapropiación de su potencia pasa por tanto, una vez más, por la responsabilidad del preguntar, tal y como se encuentra confiada, asignada, destinada a «nuestro pueblo». Que el mismo capítulo se abra, en su conclusión, sobre el destino de la lengua (Schicksal der Sprache) en el que se funda la relación (Bezug) de un pueblo con el ser, muestra bien a las claras que todas estas responsabilidades están estrelazadas, la de nuestro pueblo, la de la pregunta por el ser y la de nuestra lengua.

    ResponderExcluir
  5. ¿Por qué este privilegio inconmensurable de una lengua? ¿Y por qué este privilegio se determina respecto al espíritu? ¿Cuál sería la «lógica», si es que puede hablarse todavía de lógica en un ámbito en que se decide la originariedad del lenguaje y de la lengua?

    La «lógica» que justifica semejante privilegio es insólita, naturalmente única, pero irrefutable también y confiada a una especie de paradoja cuya formalización merecería un desarrollo más amplio. Requiere, dependiendo del humor, las consideraciones más serias o las más divertidas. (Esto es lo que me gusta en Heidegger. Cuando pienso en él, cuando lo leo, soy sensible a estas dos vibraciones a la vez. Resulta siempre terriblemente peligroso y locamente divertido, ciertamente grave y algo cómico).

    ResponderExcluir
  6. ...el acontecimiento singular de una lengua capaz de nombrar, de invocar el ser o, mejor aún, de ser invocada por el ser.

    ResponderExcluir
  7. Que el privilegio conjunto del alemán y del griego sea aquí absoluto respecto al pensamiento, respecto a la pregunta por el ser, y por tanto por el espíritu, es lo que Heidegger presupone siempre. Y en la entrevista del Spiegel ya lo dice, de una manera tranquilamente arrogante, tal vez un poco ingenua, moderada e inmoderadamente a la vez, y yo diría, en «nuestra» lengua, con bastante ligereza de espíritu. [Sans beaucoup d'esprit] Ante sentencias semejantes, uno se queda con ganas de añadirle un signo de exclamación, procedimiento este muy latino, a mi título: ¡un poco de espíritu, diablos! (en un momento volveremos al diablo y al doble en el seno del Geist).

    ResponderExcluir
  8. Veamos esta faceta de Heidegger ante el micro, o ante el Spiegel.



    Pienso en el particular e íntimo parentesco de la lengua alemana con la lengua de los griegos y con su pensamiento. Esto me lo confirman hoy una y otra vez los franceses. Cuando empiezan a pensar, hablan alemán; aseguran que no se las arreglan con su lengua.[lxiv]



    Podemos imaginar la escena de estas confidencias, o más bien de esta «confirmación». Heidegger, por supuesto, no lo ha inventado: «los franceses» van a quejarse de su lengua al maestro y, como puede suponerse, lo hacen en la lengua del maestro. En el fondo, esta declaración tiene algo de verdad, parece incluso una perogrullada, si se acepta una axiomática fundamental según la cual el sentido de Geist, Denken, Sein y de algunas otras palabras, es intraducible y sólo se pueden pensar en alemán, incluso cuando uno es francés. ¿Se puede decir o pensar algo distinto en alemán? Aunque la seguridad dogmática, agravada por el tono descortés de una declaración propiamente invasora, tanto en lo que dice como en lo que demuestra, bastará para hacernos dudar de su autoridad. La insolencia descansa en una tautología y ni siquiera es provocativa. Fichte decía cosas parecidas, en nombre de la misma «lógica», en su Discurso a la nación alemana: aquel que piense y en consecuencia quiera la «espiritualidad» en su «libertad» y en su «progreso eterno», es alemán, es de los nuestros (ist unsers Geschlechts) no importa dónde haya nacido ni la lengua que hable. Inversamente, aquel que no piensa ni quiere dicha «espiritualidad», incluso si es alemán y parece hablar el alemán, incluso si posee la llamada competencia lingüística del alemán, es «no alemán y un extranjero para nosotros» (undeutsch und fremd für uns). Y sería preferible que se separara de nosotros totalmente

    ResponderExcluir
  9. A seguir, Heidegger se pergunta pelo silêncio e quietude (Stille) e aponta que não é meramente a ausência de som ou movimento. O termo que ele introduz é Ruhe, repouso, e salienta que a dif-ferença deixa o "coisar"; das coisas repousarem no "mundear"; do mundo. Salienta que no repouso há mais movimento que em qualquer movimento. E, a seguir, diz que o soar (Lauten) é o que reúne e que esse soar é mais do que a propagação de uma onda sonora. Podemos pensar no soar do sino das vésperas do poema que, mesmo produzindo som, faz o silêncio soar de modo audível ao ponto de podermos escutá-lo.

    "A língua fala como o soar do silêncio [...] a língua, o soar do silêncio, é na medida em que ocorre a dif-ferença"; (Heidegger, 1971, p. 207). E mais adiante: "Esse soar do silêncio não é nada humano. Pelo contrário, o ser humano é falante. E falante significa aqui: levado à sua propriedade pelo falar da língua"; (Heidegger,1971, p. 208). "O ser humano é, assim, entregue à língua e tal apropriação torna-se propriedade na medida em que o sendo da fala – o som do silêncio – necessita e põe em uso a fala dos mortais para poder soar como o som do silêncio a seus ouvidos"; (Heidegger, 1971, p. 208).

    Heidegger, ao dizer que o soar do silêncio não é hum

    ResponderExcluir
  10. ano, está afirmando também que a língua é algo totalmente estranho ao humano. Com isso, podemos supor que a língua é de fato um outro, uma alteridade radical. Mas, enquanto mortais somos algo linguístico (sprachlich), no sentido de sermos conduzidos ao que nos é próprio pelo falar da língua. O próprio humano é algo estranho devido a um estranho anterior, que é essa alteridade da própria língua à qual somos apropriados. Mas o que é a poesia? Ele diz:

    O que é invocado na fala dos mortais é o que é falado no poema. A poesia, propriamente dita, não é nunca meramente algo mais elevado do que a fala quotidiana. Pelo contrario, é antes a fala quotidiana um poema esquecido e esgotado pela usura, do qual mal se consegue ouvir um chamado. (Heidegger, 1971, p. 209)

    ResponderExcluir
  11. Para terminar, nosso autor salienta que nossa relação com a língua é uma relação de escuta (Hören).

    Os mortais falam na medida em que escutam. Estão atentos à invocação do mandato do silêncio da dif-ferença, mesmo que não o conheçam. A escuta depreende-se da injunção da dif-ferença que conduz à sonoridade da palavra (lautende Wort). Este falar que escuta e aceita é responder (Ent-sprechen). (Heidegger, 1971, p. 209)

    ResponderExcluir
  12. "O homem fala na medida em que responde à língua. Esse responder é um escutar. Ele ouve porque escuta a injunção do silêncio"; (Heidegger, 1971, p. 210). Aqui chegamos ao fim do texto e Heidegger propõe mais uma vez a leitura de "Uma Noite de Inverno";, de Gorg Trakl, pois é no poema que a língua fala. Terminado esse percurso, talvez possamos pensar a poesia (Dichten) como nosso pertencimento à língua e à sua escuta, abrindo-nos ao mistério do aberto.

    ResponderExcluir
  13. visada que muda o que entendemos habitualmente por língua e pensar.

    ResponderExcluir
  14. Enquanto analistas, temos muito em que nos inspirar nesses textos, pois vão na contramão de tudo o que caracteriza a nossa época. O próprio teorizar psicanalítico ainda procura fundamentar-se no âmbito da metafísica e da ciência, onde a linguagem é reduzida à objetividade da comunicação, o que para Heidegger é trágico, por impedir uma experiência fundamental com a palavra e a fala que surge do lado poético. Entre nós, num curso memorável sobre "Linguagem e Psicanálise";, P. Fédida tomou como base para suas considerações o livro de Heidegger A caminho da fala. Ele terminou esse curso falando a respeito da importância de os psicanalistas frequentarem os poetas.

    ResponderExcluir

  15. Supongamos que esta interpretación del espíritu -aquello que reúne o en lo que la reunión se reúne- no sea efectivamente una proposición metafísica perdida en el poema. Todavía habrá que tomar en serio al menos dos evidencias. Por un lado, la formulación heideggeriana es la misma, ya se trate, diez años más tarde, del espíritu en la obra de Trakl que pretende también sustraer a la pneumatología o a la espiritualidad metafísica y cristiana, ya se trate, algunos años antes de estas lecciones sobre Hölderlin, del curso sobre Schelling (Tratado de 1809 sobre la esencia de la libertad humana). Este curso acentúa la esencia «unitaria» del espíritu que es «unidad originariamente unitaria» (ursprünglich einigende Einheit).[lxxv]

    A propósito de esta unidad, Heidegger escribe entonces: «En tanto que unidad el espíritu es pneèma» (Als solehe Einheit ist der Geist pneèma).

    ISSO É VOCÊ

    O grande dito dos Upanishads é : 'ISSO É VOCÊ''... ''ISSO'' é aqui, o Atman ou Espírito, o Espírito Santo, o pneuma grego, o ruh arábico, o ruah hebraico, o Amon egípicio, o ch'í chinês; o atman é a essência espiritual, indivisível ,seja transcendente ou imanente; e sejam quais forem as muitas direções em que possa estender-se ou retraír-se, é o MOTOR IMUTÁVEL seja em sentido intransitivo seja em sentido transitivo; se presta á todas as modalidades do ser embora Éle Mesmo jamais venha a ser alguém ou algo em especial (...) ISSO É VOCÊ, em outras palavras, o Brahman, o Deus em sentido geral de Logos ou Ser.

    ResponderExcluir