quarta-feira, 21 de agosto de 2019

Fragmento 3

Partiendo, como habría hecho Descartes, de un ego y de un sujeto inmediatamente dados, se deja escapar la fenomenalidad del Dasein.[xviii] La acusación apunta también a la fenomenología del espíritu y, de forma silenciosa, a la fenomenología transcendental y el cogito husserliano. Mientras no se la someta a una aclaración ontológica, la idea de sujeto continúa participando de la posición (Ansatz) de un subjectum o de un hypokeimenony por tanto de alguna substancia o substrato, incluso cuando, en un plano exclusivamente óntico, se opone a lo que podríamos llamar «Seelensubstanz», al substancialismo psíquico o a cualquier reificación de la conciencia (Verdinglichung des Bewusstseins).[xix] Pues para rechazar la cosificación o la substancialización, gesto corriente en la época de Sein und Zeithay que aclarar antes la procedencia ontológica de lo que se entiende por «cosa», realidad o coseidad (Dinglichkeit).A falta de haber aclarado la procedencia ontológica de la coseidad, a fortiori de la substancialidad, todo lo que entendemos «positivamente» (positiv) cuando se habla del ser no cosificado (dem nichtverdinglichten Sein) del sujeto, del alma, de la conciencia, del espíritu, de la persona, etc., seguirá siendo ontológicamente problemático. A esta serie, Heidegger ya había añadido el yo y la razón. Ni que decir tiene que el inconsciente pertenece al mismo conjunto. Pero eso fue antes, en el § 6 titulado «El problema de una deconstrucción (Destruktion) de la historia de la ontología».[xx]


DEL ESPÍRITU. HEIDEGGER Y LA PREGUNTA.JACQUES DERRIDA Traducción de Manuel Arranz (modificada por Horacio Potel). Edición digital de Derrida en castellano.

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