quinta-feira, 22 de agosto de 2019

Fragmento 7


DEL ESPÍRITU.
HEIDEGGER Y LA PREGUNTA.
JACQUES DERRIDA

Traducción de Manuel Arranz (modificada por Horacio Potel). Edición digital de Derrida en castellano.

Todas las trampas de la estrategia demarcadora pertenecen a este mismo programa, no importa el lugar que ocupen. Sólo puede elegirse entre las aterradoras contaminaciones que el programa establece. Y aunque todas las complicidades no sean equivalentes, son irreductibles. La cuestión de saber cuál es la menos grave de estas complicidades se plantea siempre, nunca se insistirá suficientemente sobre su urgencia y su gravedad, pero no suprimirá jamás la irreductibilidad de este hecho. Este «hecho», por descontado, no es únicamente un hecho. En principio, y aunque sólo fuera por eso, porque de hecho todavía no ha tenido lugar el hecho: exige más que nunca, después de los desastres pasados, y por lo que pudiera suceder, responsabilidades de «pensamiento» y de «acción» absolutamente inéditas. Y esto es lo que deberemos intentar designar, o incluso nombrar y empezar a analizar aquí.

*

En el Discurso del Rectorado no se corre únicamente este riesgo. Si su programa parece diabólico es porque, sin que haya aquí nada fortuito, capitaliza lo peor, a saber, los dos males a la vez: la caución con respecto al nazismo y el gesto todavía metafísico. Este equívoco se debe también, tras la trampa de las comillas de las que nunca tendremos la medida justa (siempre hay demasiadas o demasiado pocas), a que el Geist está permanentemente asediado por su Geist: un espíritu, dicho de otro modo, tanto en francés como en alemán, un fantasma sorprende siempre cuando aparece [à revenir] como ventrílocuo de otro. La metafísica regresa [revient] siempre, en el sentido de que resucita, [je l’entends au sens du revenant] y el Geist es la figura más fatal de esta resurrección. [revenance] El doble que no podemos nunca separar del uno. [simple]

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