domingo, 29 de setembro de 2019

A través de una red muy diferenciada, incluso contradictoria, la censura que pesa


Antes de volver a este punto, una vez planteado el tema de la censura, quisiera justificar, aún más, mi elección y mi insistencia en él. Éste puede parecer anacrónico para los que quieren promover una reflexión sobre la razón universitaria moderna. Hoy, sobre todo en las regiones que habitamos, parece que ya no hay más censura bajo la forma estricta que acabamos de evocar: a los universitarios no se les prohíbe la publicación de un discurso, hablado o escrito, por orden de la autoridad gubernamental (del rey, en este caso), a partir de la opinión formulada por una comisión de censura compuesta por otros universitarios pagados por el Estado. Sería, sin embargo, ingenuo concluir que, desde ese momento, la censura ha desaparecido, aunque nos refiramos a la definición que Kant da de ella, a saber, una «crítica que dispone de la fuerza» y, desde ese instante, prohíbe, reduce al silencio o limita, la manifestación del pensamiento, de la escritura o de la palabra. Lo que puede haber cambiado es la forma de usar esta fuerza, el lugar y la maquinaria de su aplicación, de su distribución, la complicación, la diversificación y la sobredeterminación de sus trayectos. Pero, ¿cómo negarlo? Hay cosas que no se pueden decir en la universidad, ni fuera de ella. Hay ciertas maneras de decir ciertas cosas, que ni son legítimas ni están autorizadas. Hay, simplemente, «objetos» que no se pueden estudiar, analizar, trabajar, en ciertos departamentos universitarios. La censura no consiste, por otra parte, en reducir el silencio absoluto. Es suficiente con que limite el campo de los destinatarios o de los intercambios en general. Hay censura desde el momento en que ciertas fuerzas (vinculadas a poderes de evaluación y a estructuras simbólicas) limitan, simplemente, la extensión de un campo de trabajo, la resonancia o la propagación de un discurso. Hoy, la censura no procede, necesariamente, de un organismo central y especializado, de una persona (el rey o su ministro), de una comisión constituida oficialmente al efecto. A través de una red muy diferenciada, incluso contradictoria, la censura que pesa sobre la universidad o que procede de ella (pues la universidad es siempre censurada y censurante), este poder interdictor, se encuentra asociada a otras instancias: otras instituciones de investigación y de enseñanza, nacionales o internacionales, el poder editorial, los media, etc. Desde el momento en que un discurso, aunque no esté prohibido, no puede encontrar las condiciones para una exposición o una discusión pública ilimitada, se puede hablar, por excesivo que esto pueda parecer, de un efecto de censura. Su análisis es más necesario y más difícil que nunca.

CÁTEDRA VACANTE: CENSURA, MAESTRÍA Y MAGISTRALIDAD*
Jaques Derrida

En Du Droit à la Philosophie, París, Galilée, 1990. Trad. esp. Grupo Decontra, en Jacques Derrida, El lenguaje y las instituciones filosóficas, Barcelona, Paidós, 1995». Edición digital de Derrida en castellano.

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