domingo, 8 de setembro de 2019

Una plancha hermética, alquimista e iniciática de ANA DANICH.



El torso y la cabeza: Una plancha hermética, alquimista e iniciática de ANA DANICH.

Es una experiencia muy real de tu imaginal o de vos en el imaginal, tan real como las experiencias de Boehme, Swdenborg, los chamanes verdaderos y los derviches chiitas. Es una experiencia muy arcaica y actual, OBJETIVA ( René Daumal consideraba que la verdadera poesía es algo OBJETIVO, y su maestro GURDJIEFF vivía y proponía cosas parecidas a las testimoniadas por vos). Lo tuyo es una realización salvaje ( al modo de estado , seguramente; no de estación o morada) de lo que más domesticadamente se trabaja en relación con la pitagórica decapitación. Coincido con vos en que no hay nada de sangre en tu experiencia; correponde a un nivel mucho más real que es el del imaginal. No cabe duda de que conecta con las aspiraciones dionisíacas de los que incendiaban sus largas cabelleras y con las apolíneas de quienes ritualizaban su decapitación. Se trata , en todo caso, de fuego y no de sangre, lo cual conecta con las combustiones recordadas por nuestro común amigo, Ricardo Iribarren, en relación con la edad de oro (tal vez él podría sopesar si vos no tuviste una inminencia de CAMBIO DE MUNDO) y las denotadas por CARLOS CASTANEDA...

El torso y la cabeza

Era un torso insatisfecho. Nunca sabía que ocurriría al momento siguiente. Era un torso con una cabeza que también vivía insatisfecha, a veces la cabeza saltaba y deambulaba sola de aquí para allá, no estaba segura de que esa fuera la forma más interesante de andar sola, sin su torso que desde algún sitio proclamaba el abandono, sin embargo la cabeza que no era independiente, de vez en cuando huía porque no podía resistirse a disfrutar la libertad, y por eso, solo de vez en cuando, saltaba buscando ansiosa lo que el torso no podía brindarle. La cabeza desesperaba en su relación forzada. Diariamente pensaba la mejor forma de independizarse definitivamente, pero nunca daba resultado el método empleado y a último momento resolvía regresar a unirse al torso porque creía que sin él, no podía vivir. Así fue creciendo en la angustiante insatisfacción que le producía un profundo dolor en la coronilla, suplicio que se agudizaba en las horas de silencio, como si la cabeza no pudiera acostumbrarse a vivir pegada a un torso que no respondía a sus necesidades vitales. Una noche el insomnio repentino le hizo comprender que no podía seguir manteniendo esa unión que claramente era arbitraría. Y el torso también lo sentía. Se daba cuenta que la cabeza ya no quería formar parte de esa endemoniada fusión que solo le aportaba momentos de tensión y dramatismo. El torso estaba sentado en un sillón hamaca, aburrido y bamboleándose como sí nada, y la cabeza que nada tenía en común con él, miraba la ventana por donde se colaba el invierno con sus pájaros nocturnos. La nariz goteaba una minúscula gota de vapor convertida en agua que caía sobre los labios temblorosos, ataviados de oscuridad. Por las rendijas de la ventana se colaba un viento helado que movía las cortinas haciéndolas gemir al chocar contra los guijarros colgados en la pared. Sin embargo el fogón ardía con su crepitar acostumbrado dibujando imágenes confusas que danzaban junto a las penumbras de la noche. Las manos que hasta ese día se habían comportado como miembros imparciales, tomaron la iniciativa, decidiendo lo que torso y cabeza no se atrevían a hacer desde que descubrieron la incompatibilidad de su unión y en un arranque de desmesura arrancaron la cabeza del torso. Diez dedos abrieron por detrás el hueso occipital formando un cuenco en donde se veían claramente los órganos propios de una cabeza ansiosa de libertad. Las vertebras se sacudieron como un volatinero que cae del cable que lo sostiene. Las articulaciones emitieron un chirrido de violines desafinados. El líquido cefalorraquídeo cayó formando un charco pegadizo que la alfombra absorbió en un instante. Las manos colocaron la cabeza transformada en cuenco sobre el fogón que seguía crepitando al compás de la danza silenciosa de la flama. Minuto a minuto la cabeza se coloreaba al rojo vivo y en su interior llamas turbulentas fritaban pausadamente los sesos con una pizca de almizcle perfumado, por si acaso. Albahaca y ajo para la lengua que no paraba de mascullar órdenes de cómo debían aderezarla, y sobre los ojos, los que nunca se cansaban de escrutar en otros mundos, sobre ellos, unas gotas de limón para que la mirada no se enturbiara. Los pájaros nocturnos que oteaban a lo lejos la colosal llamarada, rompieron con sus picos los vidrios y volaron hasta el cuenco, prestos a picotear el manjar que se presentaba delicioso. Un minúsculo fuego rozó las plumas y en segundos quedaron presos de una llamarada que los envolvió convirtiéndolos en un sinfín de teas rojizas que volaron por el aire hasta posarse sobre una baranda desde donde los pájaros antorcha observaron perplejos. La cabeza que ya no tenía ojos que pudieran ver, ni lengua que pudiera decir, ni piel que pudiera exhalar perfumes, ni cerebro que pudiera decidir, lentamente se quemaba en el centro del fogón. Fue así que las manos la tomaron por sorpresa, cerraron el cuenco como hábiles artesanos colocándola nuevamente sobre el torso que esperaba impaciente, bamboleándose sin sentido en el sillón de mimbre. La cabeza que antes había querido ser libre y ahora no era otra cosa que una cabeza chamuscada, se inclinó distendida sobre el hombro izquierdo y la boca deslenguada, por primera vez sonrió… con una mueca plena de satisfacción…

ANA DANICH

Nunca más página en blanco balbuceo o grito
enciendan el fósforo y arrójenlo
el libro que escribí está publicado en mi cuerpo

Ana Danich

RE

Allende la correspondencia universo cuerpo ( purusha hombre gigante.prakriti, mujer gigante; adam-kadmon, hombre gigante; tao, homre gigante, etc.) es muy de RUMI, HAFIZ, MANSU y gente así , y además un epítome perfecto de aquella plancha sobre tu torso sin cabeza que tanto pondero.

El Nessy

Buena plancha que ha traído a colador Maese, pura alquimia.

el azufre es la cabeza, esencia, la luz, yang, nadi pingala ..... y el mercurio es el torso, substancia, oscuridad, yin, nadi ida etc etc

azufre es el padre o el espíritu, el mercurio es la madre o el cuerpo ........ ambas realidades falsas por existir un alma, al sal.

es lo que está en medio

El Nessy

la sal, es el pontífice es el que traza el puente (pero no está solo) ...... el alma es la sonrisa del final, es el desenlace, es la unión y la armonía.

buddhi son las manos (a las órdenes de la sal) es el auriga del carruaje que se da a la par que la mente superior o manas, además curiosamente las manos están en la altura media entre la cabeza y el torso por lo que son el mediador, la voluntad.

a través de este relato uno puede ver sus dos mitades, tonal mercurio - nagual azufre ..... etc a las puertas de una tercera atención o alma que es la sal.

El Nessy

Bella y verdadera plancha

Diego Cadenas Morejón
8 min · Tampico, México ·

Doctor doctor, sufro trastornos de la personalidad.
-Trastorno multipolar y de colores tal vez?
No, simplemente me veo en todos los seres
Pero no me veo a mi
Habré perdido mi olor?
Donde lo habré dejado?
Y que es el olfato?
Es mio tal vez?
Ya no se donde está el telón
Ni quien mueve los hilos
Habré perdido también el papel?
O solo el guión y mi destino?
Me gustaría saber quien será el Gran Director de tal mareo.
Estando cogiendo flores me enamoré de una flor.
Quien estará detrás de la rosa?
Quien será el jazmín?
Y la fragancia?
- Estos son siempre cantos de sirenas Teseo, como hilos de Ariadna has de seguir (Responde el doctor)
Donde está la flor
ahí pongo mi destino
Tú eres la flor
Yo tu destino
Doctor doctor
Sufro de amor
De insomnio
De vértigos
-Y que sería la vida sin ellos joven Teseo
Lapahoe

PS

Veo la foto de tu ESENCIA y sonrío con milagro Un abrazo fraternal.


Re: 

Una plancha hermética, alquimista e iniciática de ANA DANICH.
Mensaje  

introdución

toda alusión a cualquier mitad que no vaya dada de la mano de Dios mediador o sal, es juzgar, es ver paja en ojo ajeno.

El Nessy

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